Este post lo escribí hace mucho tiempo en mi primer blog dedicado más a la crianza positiva, de alguna manera siempre lo recuerdo pues me ha ayudado mucho en la crianza de mis hijas, pero también en mi propio desarrollo personal. Este artículo se basa en un libro que leí acerca de la crianza de los niños y el problema con etiquetarlos, dentro de él la autora nos da un ejercicio estupendo para cambiar esas etiquetas que tenemos acerca de nuestro niños y que nos impiden ver realmente su potencial y los limitan a comportarse de la forma en la que nosotros los vemos. El nombre del libro es Raising your Spirited Child de Mary Sheedy Kurcinka.
Creo realmente, que este ejercicio te puede ayudar a ti, tengas o no tengas hijos pues el acto de etiquetarnos o etiquetar a otras personas (incluyendo nuestros seres queridos) nos impide ver bien quienes son y tener relaciones más honestas. Es por esta razón, que el día de hoy voy a compartir el ejercicio de este maravilloso libro pero enfocándolo mucho a tu desarrollo personal.
El peligro de etiquetar a alguien es la separación que crea entre quienes son realmente y la percepción que tienes de la persona que debe ser
El problema con etiquetar a la gente
Desde 1930 se han investigado los efectos cognitivos de poner etiquetas a la gente, el linguista Benajmin Whorf propuso que estas etiquetas o adjetivos categóricos que utilizamos para catalogar a la gente no sólo son adjetivos o marcadores sino que además determinan lo que vemos.
La forma en que etiquetamos a una persona determina la forma en la que lo percibimos y no sólo esto sino que también afecta su comportamiento, sobre todo en los niños. Imagina que a un niño constantemente le estén diciendo lo desordenado que es o lo lento que es, etcétera. Esto afecta realmente su desempeño, y muchas de estas etiquetas se vuelven su voz interior cuando es adulto. Así que pregúntate que tipo de etiquetas tienes contigo mismo y cuales utilizas constantemente con la gente.
En realidad, el uso de etiquetas es hasta cierto punto normal, pues tendemos a fijarnos en un tipo de comportamiento que la persona está teniendo y basado en ello la describimos como penoso, deportista o es un bully. Pero el hecho de mantener esas etiquetas impide que veas que ellos pueden cambiar o pueden tener otro tipo de comportamientos en diferentes situaciones.
Asimismo, uno de los problemas más duros del etiquetar es que al hacerlo inconscientemente piensas que la persona es inherentemente de esa forma. Imagina que piensas que una persona es un bully, no sólo piensas que se comporta como tal, sino que su naturaleza y su esencia es serlo o ser malo.
Si estás realmente casado con las etiquetas que le pones a las personas te puede causar gran estrés, pues piensas que ellos no pueden cambiar (lo cual infiere otras muchas cosas acerca de ti, como el simple hecho de que nadie puede cambiar, incluyéndote). Eso también conlleva a que pienses que si una persona te trata mal, deduzcas que es una mala persona (o que nadie te trata bien), en lugar de pensar que puede estar teniendo un mal día o que necesita ayuda. ¿Puedes ver la diferencia que hace el tener estas etiquetas?
Es importante que veas que un hecho no define a una persona, incluyéndote. Y que todas las personas pueden y tienen el derecho a cambiar, no importa el como se comporten el día de hoy eso no define si son buenos o malos, simplemente es una evidencia de tu nivel de conciencia pero nada más. Entre más aceptes esto serás más capaz de tener mejores relaciones, reducir tu estrés y ser más compasivo contigo y con las demás personas.
Analizando las etiquetas que utilizamos
Si te das cuenta y te tomas un momento para reflexionar el tipo de etiquetas que utilizas pueden ser sumamente variadas, aunque tendemos a etiquetar de forma negativa. Por ejemplo, usualmente utilizamos palabras como: gruñon, enojón, metiche, etcétera, etcétera.
Es importante tratar de eliminar la tendencia de clasificar a las personas y ponerles una etiqueta que después será diíicil de eliminar. Y esto también aplica para ti mismo. Si tienes etiquetas no tan positivas hacia ti mismo es el momento de cambiarlas.
Existe un efecto llamado, Efecto Pigmalión el cual explica que si una expectativa se pone hacia una persona, aunque no sea precisa o verdadera, solemos actuar de cierta forma que es consistente con dicha expectativa. Es decir, tiendes a comportarte al nivel en la otra gente espera que te comportes.
Un ejemplo muy común es en el caso de lo niños cuando los padres o profesores tienden a esperar que el niño se comporte de manera desordenada o distraída, el niño se comportará de esa forma, pues esa es la expectativa.
Ejercicio para rediseñar tus etiquetas
El siguiente ejercicio lo podrás hacer contigo mismo o con alguna persona en particular con la cual tengas cierta fricción. Sobretodo es recomendado con padres en donde piensan que sus hijos son muy …. (adjetivos calificativos negativos). Usualmente a los niños que tienen mucha energía o los que son muy enérgicos se les tiende a calificar de forma negativa por lo que es recomendable realizar este ejercicio pues verás que hay muchas otras cosas buenas en las que puedes enfocarte que no sólo ayudarán a tener una mejor relación con tu hijo, sino que además lo ayudarás a desarrollar una mejor autoestima y una mejor integración a su mundo.
Por otro lado, cuando lo haces contigo mismo te darás cuenta que tienes muchas etiquetas negativas que te impiden cambiar, muchas etiquetas de las cuales fuiste heredando ya sea de tus padres o maestros, o de alguna persona con la cual tuviste contacto cuando eras niño. Si quieres realmente mejorar tu autoestima y eliminar los comportamientos limitantes comienza con este ejercicio y te darás cuenta de lo mucho que tu mismo te impides lograr o cambiar.
Cómo realizar el ejercicio de cambiar las etiquetas con la gente o con tus hijos
- Siéntate en un lugar donde no puedas ser distraído y concentrate totalmente en realizar el ejercicio.
- En una hoja tamaño carta, divídela en dos partes.
- En la parte izquierda escribe todas esas etiquetas que tienes de ti o de la otra persona en este momento. No importa que no sean cosas que digas en voz alta, pueden ser adjetivos que piensas. No importa tampoco que sean palabras fuertes o muy negativas, es mejor de una vez sacarlas y cambiarlas. Pueden ser cosas como: Demandante, enojón, impertinente, agresivo, penoso, incapaz, tonto, etcétera, etcétera.
- Tomate todo el tiempo que necesites para hacer una lista exhaustiva de etiquetas y adjetivos que utilizas o piensas.
- Ahora toma un respiro profundo y trae a tu mente una imagen de ti mismo o de la persona o hijo en donde hayas disfrutado mucho un momento.
- Vuelve a leer tu lista de adjetivos, te darás cuenta que esos adjetivos son solo cualidades o habilidades que son sobre utilizadas o utilizadas incorrectamente. Podrás comenzar a darte cuenta el potencial escondido detrás de esas palabras.
- Ahora en el lado derecho de la hoja escribe en cada una de las palabras o adjetivos que escribiste, una palabra que sea el lado positivo de ese rasgo. Por ejemplo, si escribiste demandante, puedes decir que tienes estándares altos.
Ejemplos:
Dentro de los ejemplos que la autora nos da se encuentran:
Impredescible | Flexible, Creativo |
Gritón | Entusiasta |
Argumentativo o peleonero | Comprometido con sus metas |
Necio | Asertivo, Persistente |
Metiche | Curioso |
Inflexible | Tradicional |
Manipulador | Carismático |
Impaciente | Entusiaste, irresistible |
Quisquilloso o dificil | Selectivo |
Quejumbroso | Analítico |
Se distrae facilmente | Perceptivo |
Es importante que ahora que haz realizado el ejercicio te tomes el tiempo a acostumbrarte a utilizar estas nuevas etiquetas, cada vez que tiendas a fijarte en algo negativo de ti o de la otra persona, respira y date permiso de recordar el lado positivo de esa característica.
Conclusión
Esto como todos los hábitos y nuevas formas de actuar que queremos implementar en nuestra vida, es cuestión de práctica. Poco a poco te darás cuenta que la forma en la que te ves a ti mismo y a las demás personas es más positiva y por lo tanto su comportamiento también lo es. Comenzarás a ver que tu actitud es diferente pues estas nuevas etiquetas te producen un sentir diferente que te hace actuar de forma más positiva, tranquila y compasiva.
Después de acostumbrarte a utilizar las formas más positivas te será más fácil utilizar mejores adjetivos hacia las demás personas, y a fijarte más en sus características positivas.
Si quieres leer un poco más acerca de la crianza consciente te invito a que leas este post.
Fuentes:
The Danger of Labeling Others – Psychology Today
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