Continúamente escuchamos acerca del ego, sobre todo en el área de espiritualidad y desarrollo personal. Muchos ‘gurus’ recomiendan eliminar al ego, o desapegarte de él o cosas parecidas. Sin embargo, desde el punto de vista humano y de sanación integral este tipo de ideas nos puede conducir hacia una negación de nuestras emociones, separación de aquellas cosas que no nos gustan de nosotros o negar las propias necesidades que como humanos tenemos de forma innata: la conexión.
¿Qué es el ego?
El ego, en términos psicológicos, es la parte de nuestra mente que se identifica con nuestra identidad consciente y nuestra percepción de ser individuos separados. Es responsable de nuestra autoconciencia, nuestros pensamientos racionales y nuestra capacidad de interactuar con el mundo de una manera organizada y coherente. El ego actúa como un mediador entre nuestros impulsos instintivos, nuestras emociones y las normas sociales y culturales en las que estamos inmersos.
Desde una perspectiva más espiritual, el ego puede ser visto como una construcción mental que crea una sensación de separación entre nosotros y los demás. Esta construcción es necesaria para la supervivencia y el desarrollo en las primeras etapas de la vida, pero puede convertirse en una barrera para la conexión profunda con uno mismo y con los demás a medida que envejecemos.
La problemática con la eliminación del ego
El enfoque psicológico sobre el ego se centra en cómo éste gestiona la realidad, cómo manejamos los conflictos internos y externos, y cómo hemos desarrollado mecanismos de defensa para protegernos. Los mecanismos de defensa, como la represión, la proyección y la racionalización, son estrategias que el ego utiliza para lidiar con conflictos internos y mantener la estabilidad psicológica.
Sin embargo, el objetivo en psicoterapia no es eliminar el ego, sino fortalecerlo y hacerlo más flexible y adaptativo. Una estructura egoica saludable permite a la persona enfrentar y manejar las dificultades de la vida de manera efectiva, integrar diversas partes de su personalidad y mantener un equilibrio emocional.
Por el lado del desarrollo personal y la espiritualidad, el objetivo en muchas prácticas espirituales es reducir o disolver el ego para lograr un estado de conciencia más elevado y libre de sufrimiento. Esto muchas veces se traduce en querer trascender esta ‘construcción ilusoria’ para alcanzar un estado de iluminación, unidad o conexión profunda con el ser superior. Lo que lleva a pensar que el ego está lleno de deseos, miedos y apegos que bloquean la verdadera naturaleza del ser, que es vista como pura, conectada y sin fronteras.
Como lo mencioné al inicio, esta idea del ego nos lleva a muchas personas (yo era una de ellas) a pensar que para poder ser mejores o para mejorar nuestras relaciones lo que debemos hacer es eliminar el ego, pero esto no solo no nos ayuda, sino que en realidad no es posible “elevarnos” y desconectarnos absolutamente de nuestro cuerpo y nuestra experiencia.
En casos en donde la persona ha sufido trauma lo llevan a una desconexión aun más profunda de sí misma y de sus emociones, perpetuando aquello que deseamos mejorar. Para mí lo que en estos días se le llama el ser elevado, no es más que una estrategia de desconexión de las emociones y del cuerpo, muchas veces le llamamos a esto bypassing espiritual.
Nos esforzarmos tanto en “no reaccionar” o en no sentir las “emociones negativas” que lo único que hacemos es agravar nuestra situación. Lo que muchas personas desconocen es que, el hecho de decir “no reacciono” o “no me afecta”, o la famosa frase “nadie te puede lastimar si tú no lo permites” no es más que la desconexión glorificada.
Esto no quiere decir que no estemos sintiendo, porque nuestro sistema nervioso siempre va a tener un respuesta a nuestro mundo exterior e interior, el hecho que ya lleguemos a un momento en donde no somos conscientes de lo que sucede en nuestro interior o nos forcemos a no hacerlo, no es un indicador de qué tan esperituales somos, es un indicador de la profunda desconexión que hemos desarrollado.
No nos damos cuenta que esta desconexión no solo nos “ayuda” a no sentir esas emociones incómodas, sino que también nos aleja de aquellas emociones que realmente queremos sentir, como la conexión, el amor, el sentirnos escuchados y amados. Personalmente creo que la espiritualidad es cuando podemos lograr un equilibrio entre lo que pensamos y nuestra conciencia, qué tanto podemos conectar con los demás, el tener empatía y ser capaces de desarrollar relaciones sanas. Y por supuesto, cada individuo puede conectar con un ser superior, el Universo o cualquiera que sea su creencia.
El verdadero crecimiento personal no se trata de eliminar el ego, sino de entenderlo y equilibrarlo. Reconocer y integrar nuestras experiencias y emociones nos permite transformar el ego en una fuerza aliada en lugar de una barrera. En el camino hacia una vida plena, es esencial evitar los extremos y abrazar la totalidad de nuestro ser.
Algunas frases comunes y cómo pueden afectarnos
El Trauma y sus Efectos
El trauma se refiere a cualquier experiencia abrumadora que excede nuestra capacidad de afrontamiento y nos deja sintiéndonos impotentes, inseguros y fragmentados. Puede ser el resultado de eventos aislados, como un accidente o una agresión, o de experiencias acumulativas, como el abuso emocional o el abandono en la infancia. El trauma no solo afecta nuestra salud mental y emocional, sino también nuestra fisiología, ya que se almacena en el cuerpo y el sistema nervioso.
Las respuestas al trauma varían de una persona a otra, pero comúnmente incluyen una mezcla de hipervigilancia, evitación, disociación y reactividad emocional. Estas respuestas son intentos del cuerpo y la mente para protegerse y sobrevivir ante amenazas percibidas.
La Relación entre el Ego y el Trauma
El ego y el trauma están intrínsecamente vinculados. Cuando experimentamos trauma, nuestro ego se ve afectado de varias maneras:
1. Construcción de Defensas
El ego desarrolla defensas para protegernos del dolor y la vulnerabilidad. Estas defensas pueden incluir la negación, la represión, la proyección y la racionalización. Si bien estas estrategias pueden ser útiles a corto plazo, a largo plazo pueden impedir que procesemos y sanemos el trauma. Por ejemplo, una persona que ha experimentado abuso infantil puede desarrollar un ego que se define por la fortaleza y la autosuficiencia, negándose a reconocer cualquier signo de debilidad o necesidad de apoyo.
2. Formación de Identidad
El trauma puede influir significativamente en la formación de nuestra identidad. Las experiencias traumáticas a menudo dejan marcas indelebles en nuestra percepción de nosotros mismos y del mundo. Por ejemplo, una persona que ha sido repetidamente criticada o despreciada puede desarrollar un ego que se ve a sí mismo como inferior o defectuoso, llevando a un ciclo de autocrítica y baja autoestima.
3. Distorsión de la Realidad
El ego traumatizado puede distorsionar nuestra percepción de la realidad para mantenernos a salvo. Esto puede incluir ver el mundo como un lugar peligroso y hostil, o interpretar las acciones de los demás como ataques personales. Estas distorsiones pueden llevar a comportamientos defensivos y relaciones conflictivas, perpetuando el ciclo de trauma y sufrimiento.
4. Respuesta de Supervivencia
El trauma puede activar una respuesta de supervivencia crónica en el sistema nervioso, conocida como estado de supervivencia. En este estado, el ego se mantiene en alerta constante, buscando amenazas y preparándose para el peligro. Esto puede llevar a un estado continuo de estrés y ansiedad, dificultando la relajación y la conexión con uno mismo y con los demás.
Sanando el ego herido
Como puedes ver entonces, no se trata de eliminar el ego, disminuirlo o dominarlo, se trata de sanar las heridas emocionales que hacen que tengamos comportamientos y relaciones no sanas en nuestra vida. La sanación del ego traumatizado requiere un enfoque integrador que aborde tanto la mente como el cuerpo. Aquí es donde técnicas como la hipnosis clínica, las técnicas de Havening y la terapia somática pueden ser extremadamente efectivas.
1. Conciencia y Aceptación
El primer paso en la sanación es tomar conciencia de las heridas del ego y aceptarlas sin juicio. Esto implica reconocer las experiencias traumáticas y sus impactos, y permitirse sentir las emociones asociadas.
Por supuesto, esto puede resultar no tan fácil, pues de alguna forma hemos interiorizado que lo que hacemos está mal o que somos defectuosos, aquí es donde el comenzar a conocer cómo funciona tu sistema nervioso y las razones por muchos de nuestros comportamientos, percepciones y creencias te puede servir para comprender que gran parte de esto es solo una respuesta natural al trauma y a las situaciones estresantes vividas muchas veces cuando no teníamos la habilidad para regularnos y manejar esas emociones intensas.
2. Regulación del Sistema Nervioso
La regulación del sistema nervioso es fundamental para salir del estado de supervivencia y entrar en un estado de seguridad y bienestar. Las técnicas de Havening, que involucran movimientos suaves y repetitivos para estimular los sentidos y calmar el sistema nervioso, pueden ayudar a desactivar las respuestas de lucha o huida y promover un sentido de seguridad interna.
3. Reestructuración Cognitiva
La reestructuración cognitiva implica desafiar y cambiar las creencias y percepciones distorsionadas que el ego ha desarrollado como resultado del trauma. Esto puede incluir trabajar con un terapeuta para identificar patrones de pensamiento negativos y reemplazarlos con perspectivas más realistas y compasivas.
Por supuesto, yo puedo decir que el uso de la hipnosis puede ayudarte a reestructurar estas creencias y liberar las emociones asociadas con ellas.
4. Integración Corporal
El cuerpo almacena el trauma de maneras que la mente consciente puede no comprender completamente. La terapia somática, que se enfoca en las sensaciones físicas y la liberación de tensión almacenada en el cuerpo, puede ser crucial para liberar el trauma a nivel corporal. Técnicas como el trabajo de respiración, el movimiento consciente y el tacto terapéutico pueden ayudar a liberar la energía atrapada y restaurar un sentido de conexión con el cuerpo.
5. Creación de un Nuevo Yo
La sanación del ego traumatizado no solo implica liberar el dolor del pasado, sino también crear una nueva identidad basada en la autenticidad y la autoaceptación. Esto puede incluir explorar y desarrollar aspectos de uno mismo que han sido suprimidos o negados, y cultivar un sentido de propósito y significado en la vida.
Conclusión
Si bien la perspectiva espiritual del ego puede ofrecer un camino hacia la paz interior y la conexión profunda con la esencia del ser, es fundamental abordar este concepto con equilibrio y comprensión. La integración de enfoques psicológicos y espirituales puede proporcionar una visión más holística y efectiva para el crecimiento personal y la sanación emocional. Al reconocer y trabajar tanto con el ego como con las dimensiones espirituales del ser, es posible lograr una vida más plena, conectada y armoniosa.