Yo sé que como padres nos preocupa el hecho de que nuestros hijos coman bien, estén nutridos y crezcan saludablemente. Pero muchas veces realizamos cosas que aunque parecen inofensivas tienen un gran efecto en sus vidas, no sólo como niños sino como adultos.
El día de hoy te voy a hablar acerca de los efectos negativos a largo plazo de forzar a tus hijos a comer, ya sea terminarse todo lo que hay en el plato, obligarlo (aunque sea de manera positiva) a comer ciertos alimentos o a comer cuando no tienen hambre.
Ya sé que muchos de nosotros fuimos educados con esta filosofía de que como padres tenemos que controlar todo acerca de los niños, la comida, el sueño, el comportamiento, los berrinches, etcétera, etcétera. El punto con esta filosofía es que no reconocemos que aunque son niños, no son tontos, son una mente en desarollo nada mas, que aunque no lo reconozcamos tienen una maravillosa sabiduria innata. De hecho se ha comprobado que todos nacemos con la sabiduría de alimentarnos intuitivamente.
Forzar alimentos o obligar a comer
El obligar a nuestros hijos a comer viene de esta preocupación genuina como padres de querer que nuestros hijos crezcan fuertes y sanos, pero si juntas este deseo con el hecho de pensar que como son pequeños no saben cuando tienen hambre y no pueden escoger cosas nutritivas, entonces recurres a este comportamiento de quererlos forzar a comer.
A veces se piensa que no forzamos a nuestros hijos porque no les hacemos terminar el plato, pero hay muchos otras formas de controlar su alimentación que tienen un efecto negativo en muchos aspectos de tus hijos. Algunas de ellas son:
- Si continuamente les dices qué comer, a qué hora y la cantidad
- Si los obligas o los chantajeas para que coman más o que terminen todo lo que está en su plato, ya sea con premios o con castigos.
- Ignoras cuando tu(s) hijo(s) te dicen que tienen hambre o que ya no quieren comer.
- Comparas los hábitos alimenticios de un niño con otro, lo que puede producir pena o vergüenza.
- Utilizas la comida como premio o castigo para modelar otros comportamientos no relacionados con la alimentación
- Los correteas con el plato para que coman o utilizas la televisión o el celular para distraerlos y que coman más.
Algunas ejemplos de este tipo de presión y control en la alimentación son:
- Utilizas presión: “Quiero que te comas todas las zanahorias”
- Engañando o suplicando: “Comete este poquito y ya”
- Con chantaje emocional: “Un niño bueno o una niña buena se come todo lo que mamá cocinó”
- Como soborno – “Si comes todo lo que hay en tu plato, entonces puedes comer postre” –
- Obligación: “No te puedes parar hasta que termines todo en tu plato”
- Castigos – “No puedes salir a jugar hasta que te termines tu espagueti”
- Forzar: Poner la comida en la boca del niño y obligarlo a tragar.
Por eso a continuación te voy a hablar de algunos efectos negativos que tiene el forzar los alimentos a tus hijos, a corto y largo plazo.
El daño que provoca obligar a tus hijos a comer
A pesar de que lo que se quiere como padre es tener un efecto positivo en la alimentación y el crecimiento de nuestros hijos, este tipo de comportamientos tienen un efecto contrario, de hecho perjudican su salud, su capacidad de alimentarse intuitivamente y hasta generar una mayor probabilidad de sufrir obesidad siendo adultos.
Obvio si un niño tiene bajo peso o que como padres sentimos que nuestros hijos no comen mucho, y esto hace que nos obsesionemos con el darles de comer y comer. La presión de los padres para que los niños coman también puede deberse a un deseo de evitar el desperdicio de alimentos, y la creencia de que los niños deben “limpiar sus platos”.
Sin embargo, a veces los tamaños de las porciones son demasiado grandes, lo que significa que no es realista esperar que el niño se termine todo lo que le ofreces. En este caso, no es que el niño coma muy poco, sino que el tamaño de la porción es demasiado grande. En realidad, estamos pensando que deben de comer en base a lo que nosotros o a lo que una guía nos indica que deben comer, pero es importante reconocer que todos somos diferentes y que cada persona puede tener hambre en distintos tiempos o en diferentes tamaños de porción.
La presión para comer se ha relacionado con una serie de consecuencias negativas y que han sido comprobadas científicamente. Algunas de ellas son:
Menos gusto por la comida
Esto puede ser causado por la experiencia negativa de ser forzado a comer. Los niños se apresuran a hacer asociaciones entre los alimentos y las experiencias desagradables que los acompañan. Si se presiona a un niño para que coma más, se pueden generar sentimientos o emociones negativos relacionado con un alimento, lo que lleva a que el niño no quiera comer cierto tipo de alimentos.
Menos ganas de comer determinados alimentos
Del mismo modo, la voluntad de probar un alimento en particular puede reducirse si las experiencias iniciales son negativas. Por ejemplo, cuando la primera exposición de un niño a un alimento ha generado algún tipo de rechazo, como por ejemplo una respuesta natural basada en algún tipo de reacción sensorial o la falta de hambre. Si este rechazo se hace con un constante engaño verbal y un padre que intenta forzar el alimento en la boca, la asociación que desarrolla el niño hacia el alimento muy probablemente sea negativa.
Comer en exceso y sobrepeso
Presionar a un niño para que coma puede socavar su capacidad para aprender a controlar adecuadamente el apetito. Los niños deben tener la oportunidad de aprender a reconocer las señales de hambre y satisfacción de su cuerpo. Al experimentar sentimientos de hambre y una reducción de estos sentimientos cuando comen, aprenden a comportarse de manera positiva.
Si bien el hambre y el sentirse satisfechos son sentimientos internos, las investigaciones han demostrado que pueden ser anuladas por varios factores. La presión para comer es una manera por la cual se puede instar a los niños a comer más de lo que su cuerpo requiere. Cuando son adultos les es más difícil reconocer cuando tienen hambre y cuando están satisfechos pues siempre han dependido de alguien más a que les diga qué, cuándo y cuánto comer.
Esto significa que los niños no escuchan su cuerpo y la comida es dictada por factores distintos a los que su cuerpo requiere. Las investigaciones también han demostrado que los niños tienen más probabilidades de comer una porción más grande de alimentos. Lo que conlleva a que estos niños tienen más probabilidades de tener sobrepeso y obesidad.
Baja autoestima y una imagen propia negativa
Un estudio en niños de edad pre-escolar demostró que al presentarseles diferentes opciones de comida, aquellos niños en donde sus padres eran menos controladores con la alimentación, demostraban una mejor capacidad de auto-regularse. La mamás que controlan a sus hijos en cuestiones alimenticias, usualmente generan más problemas de los que se imagina.
Pero además de todo esto, también se ha demostrado que al utilizar la comida como premios o castigos, así como el etiquetarla como buena o mala, genera imagenes negativas en los niños y afecta su autoestima.
¿Qué puedes hacer para evitar forzar a tus hijos a que coman?
Excepto en casos muy raros, los niños son extremadamente buenos para saber cuando tienen hambre y cuando están satisfechos. Toma un bebé por ejemplo, sabe cuando tiene hambre y cuando está satisfecho. Y si continuas aplicando la misma ideología, conforme vaya creciendo continuará reconociendo sus señales internas que lo llevarán a alimentarse intuitivamente. Para niños que comienzan a comer, puedes aplicar el Baby Led Weaning que es un método maravilloso para introducirlos al mundo de los alimentos de una forma positiva y animandolos a probar diferentes alimentos.
Confiar en tu hijo y su sabiduría innata
Se ha demostrado en niños de 3 a 5 años que realmente tienen las habilidades para controlar la cantidad de alimentos y nutrirse adecuadamente. Por lo tanto, es importante confiar en ellos y creer que comerán si tienen hambre. . Del mismo modo, las tendencias naturales de los niños a rechazar los alimentos nuevos o amargos no se deben presionar. Más bien, aceptar alimentos y aceptar el rechazo, reconociendo que esta es una fase de desarrollo normal que es importante para los niños.
Lo que yo te puedo recomendar es ayudarles a reconocer dichas señales, hacerlos conscientes de que es importante que ellos sepan cuando tienen hambre y cuando están satisfecho. Yo personalmente, trato de preguntarles a mis hijas, cómo se sienten, si tienen hambre qué apetecen que les nutra y las haga crecer, si ya están satisfechas, cómo se sienten. Esto ayuda a que sean más conscientes de las sensaciones de su cuerpo y que sepan actuar en base a cómo se sienten. Además, es importante para ellas saber que tienen el poder de decidir lo que es bueno para su cuerpo, pues a mi me interesa que ellas sepan cuidarse, hoy y siempre.
Evita hacer lo siguiente
Restringir alimentos
Como te lo mencione anteriormente, las restricciones solo generan sentimientos negativos y una mala relación con la comida y con su cuerpo. Por lo que es mejor no restringir la comida. Por ejemplo, no permitirles comer dulces, o tomar más porciones de un alimento. A pesar de que pensamos que los dulces no son buenos, y estoy de acuerdo, el hecho de prohibirlos les genera desearlos más y hace que los niños se obsesionen con un alimento (ya sea dulce, chocolate o cualquier postre que consideres prohibido). En cambio si los pones a su disposición, sin restricciones te darás cuenta que naturalmente dejan de sentirse atraídos por ese alimento en particular.
Etiquetar la comida como buena o mala
El pensar que la comida es buena o mala nos hace pensar que somos malos o buenos en base a lo que comemos, lo cual tiene una gran repercusión en la autoestima de los niños. Y hasta en ti misma, por eso esto es una de las bases primordiales en la Alimentación Intuitiva, pues todos estos comportamientos generan una mala relación con la comida.
Aplica el mismo caso de arriba, si le llamas a un chocolate comida mala, entonces cuando tu hijo lo coma se sentirá malo, y esto le provocará otros sentimientos que no tienen nada que ver con su persona, sino con la relación que tiene con la comida. En mic aso, yo sugiero hablar de alimentos que son más nutritivos que otros. Yo a mis hijas les explico que hay cosas que son más nutritivas que otras, y esas son las que tenemos que priorizar para sentirnos mejor, pero de ninguna forma les prohibo algo y tiendo a ser muy cuidadosa en no poner etiquetas a la comida. Esto les ayuda a no asociar a la comida con emociones, toda la comida debe tener el mismo valor emocional.
No utilices la comida como un premio
Es decir evita utilizar la comida para que tus hijos se comporten de cierta forma, ya sea en relación con la misma comida o con otros comportamientos. Por ejemplo, “si te portas bien, te compro un helado” o “si te comes toda la comida, te doy postre”. Esto lleva a que la comida tenga distintos valores, así como el punto de arriba. Les generas una emoción y esa emoción la vinculan con el alimento. Después, en su vida adulta tienden a pensar en un helado cuando quieren sentirse bien o se comen toda la comida y el postre aun cuando ya estén satisfechos.
Ponte en sus zapatos
Intenta imaginar cómo sería si no tuvieras hambre y alguien te obligará a comer, o si alguien te obligará a comer algo que no te gusta. ¿Cómo te sentirías? La empatía es una cualidad muy importante cuando estamos criando a nuestros hijos, no solo en cuestión de alimentación, sino en su educación en general y en la forma de disciplinar.
Además, piensa que el cómo lo trates y lo que pienses de él está creando la forma en la que ellos se hablan a sí mismos, su voz interior. Así que reflexiona en qué tipo de voz quieres que ellos desarrollen, una positiva o una negativa. ¿Cómo quieres que se comporten alrededor de los alimentos, con una relación positiva o una relación negativa? Cada vez que tu hijo rechace comer, o no quiera probar determinado alimento piensa como si fueras él y cómo te gustaría que te trataran.
Toma en cuenta los tamaños de las porciones.
Los estómagos infantiles son más pequeños que los adultos y es posible que esté sirviendo demasiada comida y, por lo tanto, estés estableciendo expectativas poco realistas. Como guía, una sola porción de cada alimento es aproximadamente lo que cabría en la palma de la mano del niño. Por ejemplo, si sirve lasaña, dale una porción del tamaño de la palma de su mano y 2-3 porciones de verduras. Para el postre, prueba con una porción de fruta o con una porción de yogur griego midiendo de la misma forma. Recuerda que todos los apetitos de los niños difieren, pero seguir la “regla de la palma” para cada alimento te ayudará a evitar dar porciones demasiado grandes de alimentos individuales.
Que hay de los niños “melindrosos”
Aunque en general se piense diferente, hay niños que no les gustan muchas cosas, en México les dicen melindrosos, yo prefiero llamar a mi hija una comedora selectiva. Pero en realidad hay muchos factores que pueden llevar a un niño a serlo, y no es porque quieran ir en contra de los deseos de los papás, sino que pueden ser cuestiones de sensaciones que no les gusten y además es parte de su personalidad. En mi caso, yo era así de chiquita, y la verdad es que a pesar de que mi mamá me obligaba y me hacía comer “de todo” hoy en día sigo siendo igual. Y esto no quiere decir que no como comida saludable, simplemente quiere decir que no todo me gusta. Y eso es algo que hay que aprender a respetar. La personalidad de tu hijo no la vas a poder cambiar.
Pero no desesperes, a continuación te doy algunos consejos que te pueden ayudar a manejar esta situación y ofrecerles a tus hijos un rango más amplio de alimentos.
- Congelar y descongelar pequeños trozos de comida para que los intente un niño puede evitar el desperdicio.
- Esperar una semana después de introducir un alimento a tu hijo (sobre todo algo que no le haya gustado mucho) y volver a internalo nuevamente.
- También te puede servir el mexclar algo nuevo con algo que si les gusta y que ya conocen.
- Hablarles y explicarles que es comida que les ayuda a crecer sanos y fuertes
- Respetar su decisión y seguir intentando
- Guiar con el ejemplo, come frutas y verduras, y sé un ejemplo de una buena relación con la comida para tu hijo.
Espero este artículo te haya convencido un poco en evitar forzar los alimentos a tu hijo, y te de más confianza para confiar en que ellos naturalmente son capaces de elegir lo que comen y las cantidades. Se ha comprobado que cuando se les deja decidir las cantidades, ellos conservan un estado saludable en su cuerpo, aun cuando haya días que no coman mucho, habrá otras en donde coman más. Esto es perfectamente natural y los lleva a un equilibrio.
Te recomiendo tu misma sanes la relación que tienes con la comida, olvídate de dietas y de etiquetar a la comida como buena o mala, esto te servira a ti misma y a que mostrar un mejor ejemplo a seguir para tus hijos.
Cuéntame ¿qué piensas?