Como seres humanos una de las cosas más importantes es el mantener relaciones cercanas con otras personas, el sentirnos conectados con otra persona es parte de nuestra naturaleza humana. Sin embargo, las relaciones personales pueden resultar un reto, sobre todo si deseamos mantener relaciones más sanas, creando un espacio que permita el desarrollo mutuo.
Como lo he mencionado en ocasiones anteriores, la forma en la que crecimos y cómo se establecieron nuestros lazos de apego con nuestros padres o cuidadores, establece la base para nuestras relaciones en nuestra vida adulta. Por lo que muchas veces nos encontramos repitiendo patrones o en relaciones que nos dañan física, mental o emocionalmente, y esto no lo hacemos de forma consciente sino como una forma en la que nuestra mente subconsciente y nuestro sistema nervioso nos indican es lo conocido para nosotros.
¿Qué es una relación tóxica?
Una relación tóxica es aquella que te hace sentir sin apoyo, incomprendido, degradado o atacado. En un nivel básico, cualquier relación que te haga sentir peor en lugar de mejorar puede volverse tóxica con el tiempo.
Las relaciones tóxicas pueden existir en casi cualquier contexto, desde el patio de recreo hasta la sala de juntas y hasta en el dormitorio. Incluso te darás cuenta que la relaciones tóxicas en familia son mucho más comunes de lo que te imaginas.
Por definición, una relación tóxica es una relación caracterizada por comportamientos por parte de la pareja tóxica que son emocionalmente y, frecuentemente, físicamente dañinos para la pareja.
Mientras que una relación sana contribuye a nuestra autoestima y energía emocional, una relación tóxica daña la autoestima y agota nuestra energía.
Diferencias entre una relación sana y una tóxica
Una relación sana implica el cuidado mutuo, el respeto y la compasión, un interés en el bienestar y el crecimiento de nuestra pareja, la capacidad de compartir el control y la toma de decisiones, en resumen, la creación de un ambiente seguro para las dos personas y un deseo compartido por la felicidad del otro.
Una relación sana es una relación segura, una relación en la que podemos ser nosotros mismos sin miedo, un lugar donde nos sentimos cómodos y seguros.
Una relación tóxica, por otro lado, no es un lugar seguro. Una relación tóxica se caracteriza por la inseguridad, el egocentrismo, el dominio, el control. Lo cierto es que al mantenernos en una situación tóxica, estamos arriesgando nuestro propio ser, nuestra identidad y autenticidad.
Toma en cuenta que una relación tóxica no es solo una persona, los dos contribuyen a este ambiente tóxico. Esto significa que nuestras palabras y acciones también son parte de esta dinámica.
Señales de una relación tóxica
Una de las principales señales, es que te sientes cansado la mayor parte del tiempo, te sientes agotado, y te encuentras frecuentemente en situaciones que debería de darte felicidad o tranquilidad que terminan siendo un catástrofe.
El estar incómodo, el no poderte expresar o no sentirte cómodo para expresarte o compartir tus deseos, necesidades o sueños es una señal clara de que algo no está bien.
Sientes que siempre harán algún tipo de comentario sarcástico o te juzgarán sin importar lo que hagas.
A menudo te sientes culpable, aunque no hayas hecho nada malo.
Parece que no obtienes el apoyo que necesitas de esta persona; no es un vínculo seguro y saludable. Te sientes como si estuvieras atrapado, impotente para cambiar algo y como si no pudieras hacer nada bien.
Algunos patrones y signos de relación más tóxicos:
- Aislamiento: en las relaciones tóxicas se da que poco a poco te encuentras más aislado, más alejado de tus amigos o de tu familia, y esto en realidad limita el apoyo que puedas sentir y aumenta la dependencia en la relación.
- Desacuerdos y discusiones continuas: es común que como parejas tengamos discusiones, de hecho es parte de desarrollar una relación sana, pero las relaciones tóxicas se basan principalmente en discusiones y negatividad. La persona controladora parece que siempre está reprendiendo, menospreciando o haciendo de menos a la otra persona o criticando sus intentos de hacer algo positivo o independiente.
- Culpar: una persona tóxica no tiene sentido de responsabilidad personal por cosas y eventos negativos en una relación. Es decir, siempre se la pasa culpando a la otra persona o cree que todo lo que él o ella hace está bien o que él o ella no tiene ningún problema que arreglar.
- Celos y deshonestidad: una relación tóxica suele consistir en acusar a la pareja de coquetear, tener citas o incluso tener una relación sexual con alguien fuera de la relación. Al mismo tiempo, la persona controladora o tóxica puede participar activa y abiertamente en estos mismos comportamientos.
- Negación y gaslighting: una persona tóxica no puede o no quiere ver su impacto en la otra persona. Niegan problemas, intentan iluminar a la otra persona, manipulan eventos o intentan recrear la historia para ponerse en una mejor posición.
- Ceder en todo: si bien es importante estar dispuesto a dar y recibir, comprometerse o incluso hacer lo que la otra pareja quiere en una relación saludable, este es un comportamiento esperado en una relación tóxica. Si te das cuenta de que estás cediendo a todo, incluso a las cosas que te parecen objetables moral, personal o éticamente solo para mantener feliz a la otra persona, estás en una relación tóxica.
¿Por qué terminas en una relación tóxica?
Existen tres formas de acuerdo a la psicología por las cuales terminas en una relación tóxica, y si te das cuenta en realidad son una forma de boicotear la oportunidad de tener una relación sana de forma inconsciente.
Elegir a la persona incorrecta
La primera forma es cuando se elige a la persona equivocada desde el principio. Esto se hace de forma inconsciente, sintiéndote atraído por una persona que te hace recordar figuras de tu pasado o con quien puedas reproducir escenarios de tus años de desarrollo. Es decir, sin querer te sientes atraído por personas que tienen cualidad similares a los miembros de tu familia u otras figuras de apego tempranas que no estaban en sintonía contigo, o te lastimaron o te maltrataron.
Por ejemplo, si tuviste un padre pasivo y emocionalmente reprimido, es posible que ahora te sientas atraído por una persona que sea más fría o que no pueda conectar emocionalmente contigo. O por el contrario, es posible que ahora elijas a alguien que pueda demostrar sus emociones, pero que a lo mejor no tiene un balance emocional, por ejemplo alguien que es muy explosivo, o que sea dominante y tenga cambios de humor repentinos.
Nuestro sistema nervioso y nuestro subconsciente nos hacen repetir estos patrones pues es lo que hemos conocido, de alguna forma inconscientemente buscamos recrear relaciones dolorosas con resultados complicados pero demasiado familiares.
Distorsión de la pareja
Ahora, es posible que al elegir a una pareja, se elija a alguien es totalmente diferente a las figuras de apego, sin embargo hay comportamientos y formas en las que boicoteamos estas relaciones y terminamos en una relación tóxica.
En este comportamiento, la persona distorsiona a su pareja y la ve como una figura familiar del pasado. Es decir, la ve como si tuviera esos rasgos negativos de las personas de su vida temprana.
En realidad, esas mismas cualidades que te atrajeron de tu pareja pueden comenzar a desafiar tus puntos de vista negativos de ti mismo, obligándote a verte a ti mismo o a tu relación de una manera diferente, desde una perspectiva positiva y compasiva. Como reacción en contra de esto, es decir para evitar esta confrontación interna, es posible que distorsiones a tu pareja para que se adapte a patrones antiguos y familiares de tu infancia haciéndote así a responder como lo hiciste antes.
Provocación
Cuando las dos primeras maniobras fallan, la gente suele emplear este tercer comportamientoÑ la provocación.
Es decir, provocan que su pareja los trate como ellos fueron tratados en sus relaciones formativas. Lo más probable es que desconozcas las formas en que intentas provocar a tu pareja para que te trate como te trataron a ti en los primeros años de tu vida.
Esto puede verse como comportamientos que no te agradan de ti mismo, como los celos, la crítica o la indiferencia. Curiosamente, lo suficiente como para recrear un entorno emocional que puede ser desagradable, pero en realidad es cómodo para ti en su familiaridad.
Estas tres etapas, selección, distorsión y provocación, evitan que la gente se sienta demasiado vulnerable o interesada en otra persona o que pueda profundizar en sus relaciones personales. Aunque las personas hacen esto inconscientemente como defensa de sus miedos más profundos a la intimidad, ambas partes de una pareja pueden comenzar a desarrollar patrones que vuelven tóxica la relación.
Un proceso totalmente inconsciente
El darte cuenta que te encuentras en una relación tóxica puede ayudarte a descubrir las áreas en las que es importante sanar. Como lo puedes ver, gran parte de tus relaciones son el reflejo de la forma en la que creciste y tu forma de apego, por lo que si quieres mejorar tus relaciones es importante trabajes en tu propia sanación.
Asimismo, es importante para mí decirte que aunque te puedes dar cuenta ahora que el estar en una relación tóxica no es solo responsabilidad de la otra persona, sino que es una creación de todos los involucrados. Pero esto no quiere decir que sea tu culpa o que es necesario que te sientes mal, de hecho este proceso es totalmente inconsciente.
Esto sucede porque inconscientemente nos sentimos atraídos por esa persona que encaja con nuestras defensas y no somos conscientes de que los rasgos indeseables de la pareja coinciden con los nuestros. Por ejemplo, si tiendes a ser pasivo o indeciso, es posible que te sientas atraído por alguien que al inicio nos parece con poder de decisión, pero con el tiempo nos damos cuenta que en realidad es dominante y terco.
Existe una relación tóxica cuando una persona no reconoce la dinámica destructiva que inconscientemente busca desarrollar con una pareja romántica. Esto no solo conduce a un desequilibrio en la relación, sino que a menudo limita el crecimiento personal de cada individuo.
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