En los últimos años, hemos escuchado más y más acerca de las heridas de abandono y el impacto que estas tienen en nuestras relaciones personales. Pero también es importante tocar otro tema sumamente delicado en nuestro camino de sanación, y es el de darnos cuenta que de muchas formas nos abandonamos a nosotros mismos.
Muchos de nosotros nos sentimos abandonados cuando éramos niños. Tal vez por divorcio, adicción, muerte o problemas de salud mental. Uno o ambos padres trabajaban demasiado o estaban preocupados por otras cosas. Tal vez eras el menor de muchos niños. Un hermano con necesidades especiales recibió toda la atención. Tal vez tu familia se mudaba constantemente cuando eras pequeños.
Para muchos otros, el simple hecho de crecer en una familia disfuncional o con un ambiente tóxico nos crea esta herida de abandono al crecer aislados o sin alguien que nos ayudara a manejar nuestras emociones.
Hay innumerables razones para que un niño no se vea reflejado y visto por sus padres. En muchos casos esto también proviene de la falta de apego y el no tener nuestras necesidades fundamentales de apego satisfechas (ser vistos, escuchados, aceptados, protegidos, calmados).
Sin importar lo específico de las circunstancias de cada uno de nosotros, te podrás dar cuenta que el abandono infantil siempre conduce al abandono de uno mismo.
El autoabandono suena un poco extraño y tal vez hasta un poco extraño y difícil aceptar que nos está sucediendo. La primera pregunta que nos surge es ¿cómo puedes abandonarte a ti mismo cuando siempre estás contigo? En realidad el abandono va más allá que eso, es probable que si has estado en el ámbito de desarrollo personal por algún tiempo, puedas pensar que se refiere tal vez a no apoyarte a ti mismo. Pero profundicemos un poco más en esto.
Esencialmente, el autoabandono es cuando rechazas, reprimes o ignoras una parte de ti mismo. En otras palabras pasas por alto tus propias necesidades, tanto físicas o emocionales sin querer, es más para muchos de nosotros resulta difícil prestarles atención a ellas después de tanto tiempo de estar desconectados de nosotros mismos.
Si tienes dificultades para confiar en ti mismo O si tiendes a reprimir tus propios pensamientos, sentimientos e instintos para acomodar a otras personas, ¡este artículo podría ser una lectura interesante para ti!
¿Qué es el autoabandono?
¿Te cuesta confiar en ti mismo? ¿Ocultas partes de ti mismo, tus sentimientos, creencias e ideas para encajar o complacer a los demás? ¿Disminuyes o descartas tus sentimientos porque crees que en realidad no importan?
Esto es autoabandono.
Podemos entender el autoabandono como el rechazo de lo que pensamos, sentimos o de nuestras necesidades, ya sean físicas o emocionales.
Por ejemplo, cuando sentimos una emoción y preferimos ignorarla, esto no siempre sucede conscientemente. Lo hacemos de forma inconsciente cuando en lugar de atender la emoción, comemos, bebemos o nos distraemos con las redes sociales.
Es posible que el abandono se vea cuando somos codependientes, y atendemos las necesidades de los otros antes que las nuestras, esto puede ser que solo nos sentimos bien atendiendo a nuestra pareja y haciendo lo que él/ella prefiere, de esta forma descuidamos nuestros intereses y metas individuales.
Cuando no tenemos límites o preferimos no respetarlos por hacer feliz a alguien más, tendemos a decir siempre SI, aun cuando no queramos hacerlo o estemos exhaustos.
Por qué nos autobandonamos
El autoabandono comienza desde que somos pequeños. Cuando crecemos con padres o personas que nos criaron no respondieron a nuestras necesidades emocionales o físicas, nos sentimos abandonados. Esto no es una decisión consciente o un proceso cognitivo, esto es una necesidad que tenemos como seres humanos. Esto a su vez genera sentimientos de no ser suficiente, de ser indignos o que tenemos algo malo lo cual evita que nuestros padres nos atiendan y nos ayuden a sentirnos seguros.
Como adultos, tendemos a repetir este tipo de patrones desde la infancia porque nos resultan familiares; elegimos repetidamente compañeros y amigos que nos maltratan, se aprovechan o no respetan nuestros límites o no nos apoyan. Lo pero de todo es que nosotros también hacemos lo mismo. No sabemos cómo estar allí para nosotros mismos porque nadie estuvo realmente allí para nosotros cuando éramos niños.
El autoabandono es un comportamiento aprendido, una forma en la que trataste de hacer frente a la dinámica familiar poco saludable o disfuncional. Los niños dependen de los adultos para satisfacer sus necesidades emocionales y físicas. Pero cuando vives en una familia impredecible, caótica o abusiva, aprendes a ocultar tu verdadero yo.
Poco a poco vas escondiendo partes de ti mismo para poder conectar con esas personas que son necesarias para tu supervivencia. Esto te hace adoptar esos comportamientos que te ayudan a mantener la paz y evitar ser agredido o humillado, que previene volver a sentir ese dolor físico o emocional.
Es así como aprendemos a reprimir nuestras emociones, desconectarnos de nuestras necesidades, y comenzamos a crear una creencia limitante de que tu valor depende de lo que logras o lo que haces, de que tus necesidades, emociones, intereses no importan y de que no eres merecedor de amor, dicha, felicidad y compasión.
Lo que es importante que entendamos es que el autoabandono es un patrón que tiene consecuencias, tanto emocionales como físicas. Este patrón contribuye a la ansiedad, depresión, baja autoestima, codependencia y relaciones poco sanas.
Al abandonarnos cuando éramos niños fue el resultado de nuestra infancia y nuestra forma de sobrevivir, pero el día de hoy ya no es útil y es necesario sanar y comenzar a conectar de nuevo contigo mismo.
“La relación más importante en tu vida es la relación que tienes contigo mismo. Porque pase lo que pase, siempre estarás contigo mismo.”
Necesitas poder confiar en ti mismo. Y tu relación contigo mismo se convierte en el modelo para todas las demás relaciones que creas.
Ejemplos de autoabandono
- No confiar en tu intuición: cuestionándote a ti mismo, el pensar demasiado y darle vueltas al mismo pensamiento, permitir que otros tomen decisiones por ti, asumiendo que sus decisiones son mejores para ti.
- Complacer a las personas sobre tus propias necesidades y límites, inconscientemente buscar la validación de otros para sentirte valioso, evitar conectar con tus necesidades para no incomodar a los demás, suprimir tus intereses para complacer a los demás.
- Ocultar partes de ti mismo: renunciar a tus intereses y objetivos, no compartir tus emociones.
- Perfeccionismo: tener expectativas irrealmente altas para ti mismo, nunca sentirse digno, sin importar cuánto hagas o cuánto logres.
- Autocrítica y juicio: decir cosas hirientes y malas de ti mismo, pensar cosas feas o autoflagelarte cuando las cosas no salen bien o cuando no puedes cumplir con tus estándares sumamente altos.
- No honrar tus necesidades, no reconocer que sus necesidades son válidas, no practicar el autocuidado, sentirse mal cuando haces algo por ti mismo.
- Reprimir tus sentimientos: evitar, ignorar o reprimir las emociones, sobre todo aquellas emociones incómodas.
- No actuar de acuerdo con tus valores: hacer cosas para complacer a los demás, incluso si van en contra de tus creencias y valores.
- Relaciones codependientes: centrarse en las necesidades, los deseos y los problemas de otra persona descuidándote a ti mismo.
- No hablar lo que piensas, no defenderte a ti mismo, no expresar tus necesidades, no poder pedir ayuda, no poder establecer límites y no poder hacer que se respeten, dejar que la gente se aproveche de ti.
Cómo dejar de autoabandonarte
El evitar el autoabandono no se hace con una varita mágica e instantáneamente nos conectamos con nosotros mismos, al contrario de esta creencia, el sanar el abandono es un conjunto de prácticas y desarrollo de conciencia que nos permite conectar con nosotros mismos, aceptando incluso aquellas partes de nosotros que no nos gustan o que preferimos cambiar.
El cultivar una relación amorosa con nosotros mismos es un proceso, es comenzar a abrirnos a cosas y sensaciones de las cuales antes no estábamos conscientes. Es el comenzar a escuchar tu propia voz, comenzar a sentir realmente y sobretodo comenzar a ser ese protector de tu propia voz, de tus necesidades.
Aquí te doy algunos puntos que te pueden ayudar en tu proceso de reconexión contigo mismo.
Permítete tener sentimientos y necesidades.
Todos tenemos emociones y necesidades. Muchos de nosotros crecimos tratando de ocultarlas, tanto que para cuando somos adultos creemos que no tenemos tal cosa. Es posible que al expresar tus necesidades cuando eras niño hayas recibido una reprimenda o te hayan respondido con violencia, lo cual el día de hoy hace que evites lo más posible el conectar con ellas.
El sanar involucra permitirte reconocer esas necesidades, comenzar a aceptarlas como parte normal de nuestro bienestar mental y físico. El comenzar a conectar con ellas puede resultar al inicio un poco incómodo, pero te aseguro que conforme comiences a reconocerlas, te ayudará a liberar todo aquello que fuiste guardando profundamente.
Para comenzar con esta práctica, intenta todos los días y varias veces durante el día identificar tus emociones. Si te cuesta mucho trabajo, puedes comenzar a prestar atención a las sensaciones en cuerpo, usualmente estas están vinculadas a esas emociones profundas.
Luego, completa lo siguiente:
“Me siento: _____________________”
¿Qué necesito en este momento?
Conecta con tu autenticidad
Cómo lo mencionaba anteriormente, la autenticidad la vamos perdiendo como consecuencia de la desaprobación, el juicio o la “disciplina” basada en castigos o violencia. Con lo cual aprendimos a ir ocultando partes de nosotros mismos por miedo a ser rechazados o abandonados.
El día de hoy es importante comenzar a dejar salir esas partes de ti mismo que escondiste cuando crecías, es posible que sean tus emociones o simplemente que te permitas expresar lo que realmente deseas.
Lo que yo me he dado cuenta es que conforme comienza a conectar con tus emociones y tus necesidades y te permites expresarlas, también comienzas a conocerte más, a ir eliminando creencias negativas acerca de ti mismo, tal vez hasta comiences a ver que las etiquetas que te has autoimpuesto ya no son válidas y te comenzarás a liberar de ellas poco a poco.
Trata de no encogerte para caber en espacios que no te hacen sentir seguro, que no permiten expresarte libremente. Comienza a expresarte tal cual eres, lo que deseas, lo que sientes, lo que te interesa. Ábrete a explorar nuevos pasatiempos e intereses, cosas que te hagan sentir vivo.
Dedica un tiempo a redescubrir lo que te gusta y lo que te importa.
Practica la autocompasión
A veces cuando crecemos en ambientes tóxicos es más fácil ser compasivos con otros, de hecho es más fácil serlo para ellos que para nosotros mismos. Personalmente, pienso que gran parte de lo que vivimos en nuestra infancia y lo que sufrimos lo tendemos a minimizar. Siempre está ese pequeño pensamiento de que alguien lo tuvo más difícil que nosotros o tratamos tanto de no sentir el dolor que preferimos minimizar nuestras experiencias.
De esta forma continuamos fallándonos a nosotros mismos, sin querer continuamos abandonándonos.
En su sitio web, la investigadora de autocompasión Kristen Neff, Ph.D., sugiere: “En lugar de juzgarte y criticarte sin piedad por insuficiencias o defectos, la autocompasión significa que eres amable y comprensivo cuando te enfrentas a fallas personales”
A la mayoría de nosotros no nos enseñaron sobre la importancia de la autocompasión cuando éramos niños, por lo que debemos enseñarnos estas habilidades como adultos. Y si tus padres no te mostraron compasión, esto puede parecerte bastante extraño o hasta difícil, pero conforme comiences a mostrarte compasión y amabilidad a ti mismo será más fácil y más cómodo con la práctica.
Algunos puntos que te pueden ayudar a desarrollar la autocompasión son:
- Comienza a desarrollar una conciencia de cómo te sientes en cada momento, que sensaciones hay en tu cuerpo, si hay molestias o dolores, cómo se siente tu corazón. Esto te ayudará a conectar contigo mismo, pero también a desarrollar la capacidad de explorar compasivamente lo que sucede en ti.
- Comienza a reconocer que todos sufren, todos tienen dificultades y todos cometemos errores. Cuando comienzas a traer esta idea a tu conciencia te puedes permitir incluirte en esas declaraciones, tu también tienes derecho a equivocarte y sentirte mal.
- Identifica los pensamientos negativos, solo nótalos sin juzgar. Solo date el espacio para traerlos a la conciencia, sin que esto te defina.
- Toma pasos y actividades que te permitan conectar contigo de forma más compasiva, para darte el espacio de sentir.
Defiéndete a ti mismo
Otro aspecto importante del amor propio es ser asertivo. Cuando crecemos en ambientes donde somos castigados o en ambientes tóxicos, es posible que cuando crecemos nos cueste trabajo afirmarnos o establezcamos límites. La mayoría de nosotros tenemos miedo de ofender o enojar a la gente, y de que nos abandonen si lo hacemos.
El problema con esto es que dejamos nuestras necesidades para el final, y sin querer dejamos que los deseos de los demás sean más importantes que los tuyos. Lo cual puede llevarnos a vivir en codependencia o simplemente alejados de nosotros mismos.
El comenzar a defender tus necesidades, tus opiniones y tu derecho a ser feliz comienzas a defender a ese niño interior, a ti mismo y así comienzas a sanar profundamente.
Conclusión
No importa dónde empieces, solo da un pequeño paso hoy para valorarte. Comienza por conectar con tus emociones, reconocer tus necesidades emocionales y físicas y poco a poco a establecer límites que los respeten y te hagan sentir visto y reconocido.
No hay mejor momento que el ahora para sanar y regresar a tu propio hogar, tu cuerpo.
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