Muchos de nosotros crecimos en familias disfuncionales aunque para los que crecimos en ellas esto parece muy normal, claro, no hemos conocido algo diferente. Para algunas otras personas, pareciera que le echamos la culpa a nuestra vida por la forma en la que crecimos o pareciera que exageramos nuestras experiencias.
Lo que sí es muy cierto es que, la forma en la que crecimos ya sea en un ambiente seguro o en un ambiente disfuncional tiene un gran impacto en nuestra vida, y esto no es para echar la culpa y evitar responsabilidades, más bien, es para comenzar a sanar.
Verás, si no somos capaces de reconocer el daño que existe en nuestra vida o cómo nuestros comportamientos no son adecuados ni saludables para mantener relaciones sanas, no somos capaces de hacernos responsables y realizar los cambios necesarios.
¿Qué es una familia disfuncional?
Lo cierto es que no hay una definición concreta de lo que es una familia disfuncional y esta se puede ver de distintas formas. En general una familia disfuncional es aquella que está sumida en el conflicto, el caos, la falta de estructura o la indiferencia que impide que las necesidades físicas y emocionales del niño puedan ser satisfechas.
Los factores que pueden afectar el funcionamiento de una familia incluyen crianza deficiente, entornos angustiados o abusivos, abuso de sustancias, enfermedades mentales, enfermedades físicas crónicas y mala comunicación, todo esto en realidad lo podemos englobar en un trauma intergeneracional que sin querer se continua pasando de generación en generación.
El crecer en una familia disfuncional es realmente duro emocionalmente. El abuso, la negligencia y el secreto son comunes, y los gritos o el castigo suelen ser el único medio de comunicación entre los miembros.
En cambio, un sistema familiar sano, es donde los miembros de la familia se comunican, se apoyan, se nutren mutuamente. Existe una regulación emocional lo cual fomenta un apego seguro entre sus miembros, esto crea un bienestar emocional.
Cómo funcionan las familias disfuncionales
Las familias disfuncionales tienden a ser impredecibles, caóticas y, a veces, aterradoras para los niños.
La disfunción puede verse de distintas forma en cada familia, pero uno de los denominadores comunes es el generar un sentimiento de no estar a salvo para los niños que crecen en ese ambiente.
Como niños es indispensable sentirnos a salvo, sentir conexión con nuestros padres, y saber que nuestras necesidades físicas (alimento, refugio, protección contra el abuso o daño físico) y emocionales (sentirse amados, aceptados y ayudados a manejar sus emociones adecuadamente) serán satisfechas, esto en realidad crea la base de un apego seguro y una autoestima saludable.
A menudo, esto no sucede en familias disfuncionales porque los padres ya sea por sus propios traumas o por situaciones específicas, no pueden proveer ese espacio.
Los niños también necesitan estructura y rutina para sentirse seguros; necesitan saber qué esperar. Pero en las familias disfuncionales, las necesidades de los niños a menudo se descuidan o no se tienen en cuenta y no hay reglas claras ni expectativas realistas. A veces hay reglas demasiado estrictas o arbitrarias y otras veces hay poca supervisión y no hay reglas ni pautas para los niños.
Lo que sí podemos ver comúnmente son las tres reglas implícitas en la dinámica de los miembros de la familia que te describo a continuación.
Muchos de nosotros hemos crecido en una familia disfuncional y el no tener el conocimiento y la regulación emocional nos puede llevar a repetir patrones en nuestras relaciones y con nuestros propios hijos.
Sin embargo, es posible romper el ciclo. El obtener una mejor comprensión de las familias disfuncionales, comprender las señales más comúnes y los roles que pueden darse nos ayuda a comprender nuestros propios comportamientos y emociones, que es un paso primordial para nuestra sanación.
Las tres reglas de las familias disfuncionales
1) No hables
Una de las reglas base es la de no hablar, no hablar de nuestros problemas familiares o de nuestras emociones, ni entre nosotros y mucho menos con extraños. Esto se trata de alguna forma negar el abuso, la adicción, la enfermedad o la negligencia.
El mensaje es: actúa como si todo estuviera bien y asegúrate de que todos los demás piensen que somos una familia perfectamente normal. Esto crea una tremenda confusión en los niños, lo que lleva a que concluyan a que ellos son el problema. Esto crea una culpa y vergüenza que arrastramos hasta nuestra vida adulta.
Debido a que nadie puede hablar sobre la disfunción, la familia está plagada de secretos y vergüenza. Los niños, en particular, se sienten solos, desesperanzados e imaginan que nadie más está pasando por lo que ellos están experimentando.
2) No confíes.
Como lo mencioné antes como niños dependemos de nuestros padres para sentirnos a salvo y también sentirnos amados. Sin este sentido básico de sentirnos a salvo, el mundo es un lugar inseguro para vivir, esto crea ansiedad y dificultad para confiar, no solo en otras personas sino en nosotros mismos.
Los padres en familias disfuncionales son inconsistentes y poco confiables al atender las necesidades de los niños, es posible que haya negligencia, estén emocionalmente ausentes, rompan promesas y no cumplan con sus responsabilidades. Es posible que además de esto, al no estar pendientes de sus hijos los expongan a abuso de otras personas o a situaciones peligrosas.
Como resultado, los niños aprenden que no pueden confiar en los demás, ni siquiera en sus padres, para satisfacer sus necesidades y mantenerlos a salvo (la forma más fundamental de confianza para un niño).
La dificultad para confiar en los demás también se extiende fuera de la familia. Además de la regla de No hablar, el no confiar mantiene a la familia aislada y perpetúa el miedo de que si pides ayuda, algo malo sucederá (mamá y papá se divorciarán, papá irá a la cárcel, terminarás en prisión, orfanato o sufrirás alguna represalia).
3) No sientas.
Reprimir las emociones dolorosas o confusas es una estrategia de afrontamiento utilizada por todos en una familia disfuncional. Los niños de familias disfuncionales son testigos de cómo sus padres adormecen sus emociones con el alcohol, las drogas, la comida, la pornografía, la tecnología o la negación.
En estos ambientes, rara vez se expresan las emociones y mucho menos se tienen estrategias de manejo de emociones.
Es posible que los niños sean testigos de episodios aterradores de ira, esto es porque la ira o el enojo es la única emoción “aceptada” permitida, usualmente únicamente a los padres. Entonces, los niños aprenden rápidamente que tratar de expresar sus sentimientos, en el mejor de los casos, los llevará a ser ignorados y, en el peor de los casos, los llevará a recibir violencia, a sentirse culpables y avergonzados.
Es así, como los niños aprenden a reprimir las emociones, a adormecerse o desconectarse del dolor y las emociones incómodas.
Los 6 roles que se encuentran en una familia disfuncional
Es importante notar que los roles dentro de las familias disfuncionales pueden ser flexibles, lo que significa que una persona puede encapsular predominantemente un rol, pero puede fácilmente ocupar otro si ocurre un cambio y otro rol está vacante.
También es necesario notar, que aun cuando los padres quieran cambiar lo que vivieron cuando crecían es posible que inconscientemente tiendan a repetir las experiencias por las que pasaron en su familia de origen, sobretodo si no se ha hecho un trabajo de sanación de trauma emocional.
El chivo expiatorio
Dentro de una familia disfuncional, el chivo expiatorio o la oveja negra es aquel que se deja de lado y es en general al que se le culpa por todo, incluso por problemas que muy bien pueden no tener nada que ver con él.
Los niños que son diferentes, que a lo mejor tienen un rasgo físico diferente al resto de la familia, que son altamente sensibles, o que tiene intereses diferentes son usualmente los que terminan siendo el chivo expiatorio de la familia.
En familias con un padre o padres con rasgos narcisistas, el niño que es el chivo expiatorio y el niño dorado a menudo se enfrentan entre sí. Esto se conoce como división; es otra manera de distraer la atención de los asuntos principales de la familia.
Ser la oveja negra de la familia es increíblemente aislante y dañino. Dichas ovejas negras podrían pasar el resto de sus vidas buscando aceptación y validación, o podrían cerrarse y aislarse de todos.
Ejemplos de chivo expiatorio
- Un niño que a menudo está enfermo, se considera débil o tiene una afección crónica
- Un niño desafiante que ha sido condicionado para comprender que la atención negativa es mejor que la falta de atención por parte de sus padres o cuidadores.
- Un niño que es tiene características físicas diferentes a las de la familia
El cuidador
El cuidador, también es conocido como facilitador o mártir, su rol es mantener felices a todos los miembros de la familia, incluso si eso significa negar los problemas reales en cuestión.
Tanto los niños como los adultos pueden desempeñar este papel, que en última instancia niega la experiencia de lidiar con el problema central, ya que el cuidador continúa haciendo lo necesario para evitar una crisis, una ruptura o una experiencia negativa. Si bien esto mantiene a la familia “equilibrada” de una manera poco saludable, en realidad evita que la familia se recupere y avance de manera saludable.
El cuidador puede desarrollar la hipervigilancia lo cual los mantiene explorando constantemente por peligros potenciales y, por lo tanto, tener dificultades para descansar de verdad. Siempre hay mucho que hacer; no saben cómo relajarse.
Aquellos que terminan siendo el cuidador como su rol disfuncional se martirizarán por quienes los rodean. Toda su existencia gira en torno a tratar de hacer felices a todos a su alrededor con la esperanza de que esto cree un espacio seguro.
En la vida adulta, el cuidador puede rodearse inconscientemente de personas que sufren enfermedades mentales o adicciones o patrones tóxicos. El extenderse demasiado en nombre de ayudar a los demás se hace de forma automática, básicamente porque el sistema nervioso está programado para creer que se puede suavizar el conflicto y manejar las emociones de los demás garantizará su supervivencia.
Es por esto que es posible que en las relaciones de pareja, de amigos y hasta con los propios hijos se pueda sufrir una codependencia.
Ejemplos del cuidador:
- Un niño que desarrolla el papel de padre pues debe intervenir cuando uno o ambos padres no lo pueden hacer, debido a adicciones, trastornos de salud mental y/o condiciones de salud crónicas
- Un adulto que actúa de manera codependiente e intenta manejar el problema de la familia de inmediato sin permitir que nadie más se haga cargo de las consecuencias negativas, incluso cuando sean responsables.
- Un adulto que atiende a todos menos a sí mismo, incluso sobre su propias necesidades físicas y emocionales.
El héroe
El héroe parece ser un individuo bien equilibrado y de alto funcionamiento que la familia puede señalar como un ejemplo sólido que respalda la fachada familiar de estar bien.
El rol del Héroe de la Familia es hacer que la familia parezca bien adaptada y normal en la superficie.
La misión inconsciente del Héroe para aparentar que la familia es sana y normal crea una inmensa carga para soportar, lo que hace que se desarrollen mecanismos de adaptación inconsciente. Este niño tiende a convertirse en un triunfador compulsivo; sobresalir a través de deportes, logros académicos o cualquier otra área que pueda enorgullecer a la familia. Es posible también que en la vida adulta se convierta en una persona excesivamente responsable y perfeccionista.
Estos niños terminan teniendo muy poco sentido de sí mismos, ya que han pasado años viviendo para hacer felices a los demás. Como resultado, crecen para complacer a las personas que tienen dificultades para establecer, o mantener, cualquier tipo de límites personales. Tienen miedo de decir “no” a quienes los maltratan debido a las posibles repercusiones dañinas y, como resultado, a menudo permanecen en situaciones poco sanas mucho más tiempo del que deberían.
Como adulto, el héroe puede sentirse atraído por relaciones en las que su pareja no está emocionalmente disponible. Usualmente tienen este miedo inconsciente a ser rechazado o abusado si cometen un error o de alguna manera se caen del pedestal de perfección que se les exige.
Ejemplos del héroe
- Como hijo, puede tomar el rol de padre y tomar responsabilidad por su bienestar y el de los miembros de la familia
- Puede asumir el papel de cónyuge cuando uno de sus padres no está disponible física o emocionalmente.
- Puede sentir una inmensa presión para llevar la apariencia de éxito y logro de la familia.
- Puede tomar la responsabilidad para ayudar y resolver los problemas familiares.
El niño perdido
Generalmente, este es el miembro de la familia que es invisible, ya sea por elección o por las circunstancias.
Si es por las circunstancias, entonces el papel a menudo lo asume un hijo de en medio en una familia numerosa. Los hermanos mayores pueden adoptar el papel de padres y los menores pueden ser payasos o niños abandonados; mientras que el del medio tiende a simplemente a desaparecer en ese espacio.
No reciben la misma cantidad de atención que los demás, ni la quieren particularmente. Un niño perdido nunca pide cuidado, ni recibe malos tratos como los demás. Básicamente pasan desapercibidos.
Los niños perdidos se sienten abrumados, y tienen pocos recursos, por lo general no confían en su capacidad para prosperar por sí mismos; este niño aprende que quedarse callado y negarse a hacer olas pues es la mejor manera de sobrevivir a la disfunción de la familia.
El rol de este niño es no presentarse como un problema de ninguna manera, lo que comúnmente conocemos como el niño / la niña buena. Pueden ser dulces, modestos y obedientes en la superficie, desarrollando habilidades para complacer a las personas que mantendrán hasta la edad adulta. Es importante notar que bajo la superficie se sienten inseguros, sin poder y desesperados por la conexión con los padres.
El Niño Perdido tiende a pasar mucho tiempo solo y con frecuencia puede disociarse en la fantasía. Al carecer de buenas habilidades de comunicación y un fuerte sentido de quiénes son, el Niño Perdido puede tener dificultades para afirmarse a sí mismo a medida que avanza su vida.
Incluso como adulto, el Niño Perdido puede sobrevivir con fantasías disociadas de conocer a su “alma gemela” y preocuparse por encontrar a alguien que los complete, en lugar de desarrollar y afirmar su propia identidad única, que nunca tuvieron la oportunidad de formar dentro de su familia.
Inevitablemente estos niños terminan sufriendo de baja autoestima en su vida adulta y tienden a aislarse porque es donde se sienten más cómodos. Las relaciones con los demás corren el riesgo de abuso y rechazo, por lo que prefieren quedarse solos.
La mascota
En la familia disfuncional, la mascota usa el humor y las tonterías para distraer la atención de los problemas serios.
En apariencia es optimista, jovial y afable, pues el niño mascota entiende que si algo puede tomarse a la ligera, es poco probable que genere repercusiones o algún conflicto estalle. Por lo tanto, parte de su papel es el de distraer a los miembros de los problemas reales.
Aunque parecen relajados, la mascota de la familia está en alerta máxima en todo momento, buscando una situación que pueda necesitar atenuarse. Al carecer de las habilidades para navegar en un conflicto real, este niño intenta esquivarlo desviando la atención y haciendo reír a la gente. Su naturaleza optimista en realidad se ve subrayada por una sensación generalizada de ansiedad.
En la edad adulta, la mascota puede tener dificultades para tener conversaciones serias sobre las emociones y seguir desviándose del dolor con humor y bondad. Esta tendencia puede ser apreciada por otros, pero también puede mantener las relaciones de la Mascota relativamente superficiales y unidimensionales, ya que temen la conexión profunda que las relaciones íntimas requieren.
Como adulto, la mascota puede sentirse atraída por situaciones intensas y disfuncionales en las que puede asumir su papel para ayudar a disipar el conflicto. A menudo continúan con su papel de codependientes y, por lo general, se sabe que se esfuerzan al máximo por los demás.
La mascota:
- Interrumpe situaciones volátiles con humor.
- Actúa desde un lugar de ansiedad y trauma.
- Puede experimentar episodios de depresión.
El adicto o el compulsivo
Esta es la persona que lucha contra la adicción o los comportamientos compulsivos, puede ser también aquella persona que se identifica como el Paciente y, a menudo, es el centro de atención de la familia. El compulsivo puede compartir muchos rasgos con el chivo expiatorio, ya que normalmente se identifica como el “problema” en la familia. Aparentemente, parece que los compulsivos están causando estrés en la familia, pero en realidad pueden estar actuando o luchando emocionalmente debido a disfunciones familiares preexistentes.
El que se identifica como paciente se convierte en el nuevo foco de la familia. Los miembros de la familia pueden unirse para obtener ayuda para este individuo y pueden sentir que no tienen nada que ver con su adicción, a pesar de que se desarrolla dentro del entorno familiar disfuncional.
La adicción puede presentarse de muchas formas, y generalmente es un padre o un hijo mayor quien termina en este tipo de rol. La adicción puede girar en torno al alcohol o las drogas, pero también puede incluir apuestas, juegos u otros pasatiempos que distraen el enfoque y la atención de sus responsabilidades familiares.
Es importante señalar aquí que su adicción es casi siempre una forma de escapar de una situación familiar o una obligación de la vida que los hace profundamente infelices o estresados. Las dinámicas familiares no saludables tienden a ocurrir en ciclos, por lo que el adicto podría haber sido criado por un narcisista, quien a su vez fue criado por un adicto, y así sucesivamente durante generaciones.
Una de las razones por las que estos ciclos continúan es que las personas a menudo se sienten atraídas por lo familiar. Por ejemplo, una persona que fue criada por un narcisista a menudo saldrá con personas con tendencias narcisistas. Se sienten cómodos con el comportamiento narcisista porque es lo que conocen aun cuando les cause daño y se encuentran lidiando con las mismas situaciones una y otra vez, a menudo con la esperanza de que esta vez las cosas resulten diferentes.
Entonces, esta persona recurre a intoxicantes o distracciones como un mecanismo de afrontamiento para lidiar con la situación en la que nació o eligió en un nivel subconsciente. Entonces crearán y/o exacerbarán el drama a su alrededor debido a sus comportamientos adictivos.
El adicto o paciente identificado:
- Puede sentirse resistente a buscar tratamiento (aun cuando sea de forma inconsciente) ya que su adicción protege a la familia y a ellos mismos de lidiar con problemas más profundos y centrales y también puede unir a una familia que una vez estuvo desconectada.
- Pueden sentirse frustrados o enojados porque son los únicos que “necesitan” ayuda dentro de la familia.
Pueden sentir una gran cantidad de autodesprecio y sentirse desagradables, por lo que se sumergen en lo mencionado anteriormente para calmarse. Pero luego, la retroalimentación que reciben de su familia (por ejemplo, desprecio, enojo, decepción, etc.) refuerza sus ideas negativas sobre sí mismos. Lo que luego los empuja aún más a la adicción.
Aquellos que se identifican principalmente con el papel de la familia adicta, pueden continuar recayendo si los problemas anteriores no se han resuelto, o deseando consumir en momentos de angustia, especialmente si están en una relación romántica enfermiza que se siente desencadenante.
Si has identificado alguno de estos roles en ti mismo ten en cuenta que nunca es tarde para sanar y mejorar no solo tus relaciones personales sino la forma en la que te ves a ti mismso.
Ya diste el primer paso, te invito a que ahora continúes tu proceso de sanación.
0 comentarios